....Como editores de películas, tomamos de las fotografías familiares la imagen de una abuela que murió cuando ni siquiera habíamos tenido oportunidad de celebrar el primer cumpleaños. Obviando este detalle minúsculo, le otorgamos movimiento y voz. Usamos fragmentos de las conversaciones de tíos y padres para elaborar un guión que conduzca la historia que queremos. Empleamos algún objeto como utilería y los lugares conocidos como foro. Así la casa de los abuelos y la frazada tejida a mano para celebrar nuestra llegada al mundo, hace que nos sea posible recordar a esa abuela que tejía por las tardes, para nosotros, junto a la ventana siempre soleada. ....Recordar es volver a vivir, dicen. Pero más apropiado sería afirmar que recordar es soñar, soñar que vivimos, al menos de una forma particular. Uno de estos sueños es lo que nos regala Mario Benedetti en La borra del café.
....Siguiendo la narración, Benedetti nos hace vivir con Claudio -el joven protagonista de la novela- esa reconstrucción de los recuerdos entrañables de la infancia y la juventud temprana. Suma de anécdotas y episodios, contados de la misma manera en que solemos recordar: en trozos, significando episodios, en fin, fragmentariamente. Lejos de pretender una narración continua, simulacro resumido de toda una vida, el autor nos propone un paseo por un ajeno pasado que, al ser evocado, inevitablemente nos remite a la propia remembranza.
....Con toda intencionalidad, en La borra del café Benedetti estructura un discurso que se ha mimetizado para adoptar la forma de la remembranza. Suma de acontecimientos acompañados con las inevitables interpretaciones. Los absurdos de aquello que ha perdido contexto y vigencia. Adición de detalles en apariencia inconexos, pero que por alguna razón han quedado como marca indeleble en la memoria. Un humor nacido del poder mirar atrás cuando lo trágico ya no nos toca y se trastoca en cómico.
....Leer La borra del café, garantiza la inmersión en el propio recuerdo. Aun contra su voluntad, es bastante probable que al leer sobre alguna de las tías de Claudio, regrese a su mente algún grato acontecimiento del pasado. Igual sucederá con aquella mudanza, el primer beso, los paseos con el abuelo, la pelea iniciada por un juego. ....Ligera y grata será la lectura de esta novela ofrecida en capítulos breves. Inmejorable para acompañar el rato anterior a la entrega del cuerpo al reposo. Fermento ideal para terminar de amasar un sopor en el que soñará un recuerdo, o quizá recordará un sueño.
....Como plusvalía, La borra del café nos habla con ese grato modo que tienen los uruguayos para usar el castellano. Tan es así, que el autor dedica el libro no a una compañera, la hija o el cómplice de aventuras, sino a sus traductores.
Ficha bibliográfica:
Benedetti, Mario: La borra del café. México, Punto de lectura, 2002. 224 pp.
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